¿Has visto la cara de felicidad que llevan los voluntarios de cualquier WordCamp?
Siempre con una sonrisa en los labios, da igual si han madrugado, si terminan mucho más tarde de lo que esperaban o si llevan todo el día corriendo por el edificio del evento de arriba para abajo como cabras montesas.
Me encantaría saber qué sienten.
Esta fue la razón (y parece ser que también la llave) de mi primera infiltración como voluntaria en la PonteWordCamp 2019.
Buscaba una respuesta y no iba a parar hasta conseguirla.
Ya te adelanto que la encontré, pero no donde esperaba…
Día 0. Una meetup con sorpresa
Soy tímida. Muy tímida.
Una planta da más conversación que yo en la primera toma de contacto.
Con esta sensación más vegetal que animal me senté a escuchar 5 ponentes como la copa de un pino:
- Ainara me dejó con la boca abierta.
- Dani me hizo creer en las personas.
- Marta y Nora me quitaron el velo de los ojos.
- Nahuai me hizo reír por enésima vez.
Juan, nuestro Wally por un día, no escatimó en humor cántabro-gallego mientras Jorge y Wajari se aseguraban de inmortalizar las ponencias.
Y así estaba yo, fantaseando ya con la cena gallega que nos habían preparado (tengo que reconocerlo), cuando oí la voz de Molo, mi podcaster favorito.
¿Oír? ¡Que me estaba hablando!
Una vez pasado el susto y superada la emoción, llegamos a la cena.
¿Lo bueno de que fuera una cena tipo cóctel?
Que pude charlar con ponentes, sponsors, organizadores, voluntarios y hasta el gran Jose Luis mientras me paseaba de mesa en mesa poniéndome ciega a pinchos gallegos.
¿Lo malo de que fuera tipo cóctel?
Que se estaba tan bien que retirarse a la cama fue un dolor.
Pero al día siguiente tocaba madrugar…
Día 1. 275 entradas, 14 horas y 2 pulpos (como mínimo) y nada de postre
Aún era de noche, pero la luz de las farolas fue suficiente para ver el cansancio mezclado con emoción e incertidumbre en la cara de Juan, nuestro maestro de ceremonias.
No voy a hablar de sus ojeras porque las mías daban más miedo…
Le dejé atrás buscando un equipo de vídeo en la sala equivocada (pobrecito, qué susto se llevó) y me arrimé a buen árbol (o sea, Jose Luis).
Comencé participando en el baile de mesas y sillas.
Éramos muchos y nos repartíamos en parejas y cuartetos. Pero en cuanto David y Pablo se pusieron manos a la obra, se acabó el concurso para los demás. 😉
Después hubo reparto de papeleras, decoración de mesas, señalizaciones varias…
Compartí tareas con todos, robé alguna cinta adhesiva para devolverla después y sudé más o menos lo mismo que en clase de pilates.
Eso sí, me lo pasé cien veces mejor.
Y, de repente, me dan el «maillot amarillo». ¡Estoy dentro!
Ahora empieza lo bueno:
Llegan los primeros asistentes, pasamos lista y (algunos) entramos en la sala.
Comienza la función…
Y sin saber que me está haciendo más feliz que una perdiz, Fernando, la mitad del «dream team» audiovisual junto con Julio, me pide que lleve el cronómetro.
¿Yo? ¿Decirle a todopoderosos de la talla de José Ramón Padrón, Ana Cirujano o Caribay Camacho cuándo deben dejar de hablar?
¡Ay, madre!
Y por si esto fuera poco, el mismísimo Fernando Tellado me pide que me siente a su lado y se hace un selfie conmigo. ¡Conmigo!
Después del café me hice a un lado y disfruté de las ponencias de Pablo Moratinos, María Sáez y Jesús Amiero como asistente. Al fin y al cabo tenía que compartir los caramelos con otros 17 voluntarios.
Y hablando de voluntarios, José Gadea, seguramente el que más kilómetros hizo aquel día a golpe de escalera, tomó la foto reina y dio paso a la comida.
Quien me conozca sabrá que quedarme sin postre es un castigo para mí… Pero parece que cuando estoy recogiendo botellines y limpiando mesas en una WordCamp se me olvidan todos los males. 😉
Por la tarde compartí cronómetro con Gerardo mientras disfrutaba de ponentes como Manuel «Molo» Cebrián, Isabel García, Olga Molina, Roberto «Weiko» Vázquez, Laura Fernández y Francesc «Frunkys» Barbero.
Cuesta resumir todo lo que aprendí en estos 60 minutos. Así que imagínate lo que me perdí en la sala de «abaixo».
Espera… que no me lo perdí… ¡Está en WordPress.tv!
¿Se puede pedir más? Sí, que Ainara, una de las grandes sorpresas de la meetup «día cero» se pase un rato charlando contigo y descubras que tienes cosas en común con un portento como ella.
Hablando de la meetup, justo le llegó el turno a Marta Torre y Nora Ferreirós, un equipo de desarrollo y diseño perfectamente engrasado que hizo doblete en el evento (y podrían haber hecho más).
Y después de unas risas entre embudos y vitaminas con Antonio Cantero, llega la guinda: Fernando Tellado abriendo su corazoncito a la comunidad.
En ese momento parecía que nada podía superar el evento…
Hasta que nuestro gran jefe nos llamó al escenario. 28 camisetas amarillas que se subieron nerviosas, emocionadas, exhaustas y felices.
Y entonces recordé la incógnita que me había llevado hasta allí. Y me dio la sensación de que, más que tenerla en la punta de la lengua, la respuesta me había tragado a mí esa misma mañana.
Ya podía intuirla.
Subía desde el escenario impulsada por 400 manos que aplaudieron hasta cansarse y un poquito más allá.
Y también salía de mis compañeros sobre la tarima, al mismo tiempo que se mezclaba con la que había ido creciendo dentro de mí a lo largo del día.
Era una respuesta compartida que tomó forma al día siguiente, después de un pre-, after- y post-after-party a la gallega. 😉
Día 2. José Luis ya lo sabía
Él ya estaba en la sala cuando llegué, haciendo cambios (o eso me imaginé yo) en la presentación que daría una hora después.
Todos nos reímos cuando vimos el título:
Cómo me he aprovechado de WordPress.
«Es justo lo contrario», pensamos.
Pero había una tercera opción, una más exacta: todo a la vez.
Y eso fue lo que nos transmitió Jose Luis, pero no terminé de asimilarlo hasta un poco más tarde, cuando llegó la hora de contribuir con la comunidad.
Caí en la mesa de WordPress.tv por casualidad (y porque si Pablo Moratinos te invita a sentarte es mmmmuy difícil rechazar la oferta).
Y ahí, gracias a que Fernando y Julio habían dejado joyitas listas para consumir, subí la ponencia con la que más ganas de ver me había quedado, de Alicia y Paloma.
- Mi primer Contributor Day después de casi un año y cuatro WordCamps como asistente (porque yo pensaba que no tenía nada que aportar a WordPress).
- Mi primera mesa de contribución, una en la que ni en sueños hubiese imaginado que podría participar (lo mío son las palabras, no las imágenes, y mucho menos en movimiento).
- Mi primer vídeo subido a WordPress.tv (el de dos ponentes que ya eran amigas a pesar de haberlas conocido hacía menos de 48 horas).
Cuando lo recuerdo me avergüenzo un poco, pero en aquel momento mostraba tanto mi exaltación que hasta arranqué algunos vítores de mis compañeros de mesa.
¡Qué vergüenza!
Ahí entendí lo que José Luis había querido decir en su charla (o, al menos, lo que me transmitió a mí).
Tú arrimas el hombro en una WordCamp sin esperar nada a cambio pero lo que regresa es tan potente, que resulta imposible de medir, de definir con palabras o de transmitir en un post after-WordCamp.
Con solo mirarla desde lejos ya puedes intuir la energía que envuelve a la comunidad de WordPress.
Pero en el momento en el que te adentras en ella (a través de una Meetup, una WordCamp o en formato digital) es cuando sientes que todo es posible.
Llámalo camaradería, llámalo comunidad, llámalo pulpo si quieres.
¿Por qué los voluntarios se pasan el día trabajando con una sonrisa en la cara?
Porque no pueden ir gritando a los cuatro vientos lo felices que están durante toda la jornada (yo lo hice un rato, pero queda raro y es muy cansado). 😉
Así que, al menos, se permiten sonreír.
Si ya lo has vivido, no necesitas que te lo explique.
Y si aún no conoces la sensación, deja de leer esto y apúntate a la siguiente WordCamp o Meetup más cercana. ¡Pero ya!
Día 365. Jugando a las adivinanzas
Son las 7 de la mañana y Wajari, nuestro nuevo líder, me da la bienvenida en la puerta de la universidad con una mezcla de cansancio, emoción e incertidumbre en los ojos.
El resto de voluntarios ya está jugando al baile de sillas…
*Foto de portada con voluntarios dando la bienvenida a los primeros asistentes, por José Gadea.
¡Tú sí que eres todopoderosa! Me encanta cómo escribes. Un abrazo.
¡Gracias, Ana! ¿En serio? Creo que voy a enmarcarme tu comentario. <3
Me ha encantado cómo has contado tu vivencia en la PonteWordCamp. Gracias por compartirla.
Muchas gracias, Cristina. Sobre todo por formar parte esencial de ella. 🙂
«Tú arrimas el hombro en una WordCamp sin esperar nada a cambio pero lo que regresa es tan potente, que resulta imposible de medir, de definir con palabras o de transmitir en un post after-WordCamp.»
Esta frase me la guardo, Celi, frasón.
Me encanta leer un post con tanta emoción y sentimiento porque esa energía se transmite a toda la comunidad y fuera, para seguir haciéndola crecer. Un besazo.
¡Gracias, Pablo! No me podía quedar tanta energía para mí sola. Justo por eso nos une esta comunidad, porque la compartimos.
Gracias a ti, por tu presentación magistral (como siempre), por liderar la mesa de WordPress.tv y por tu buen rollo infinito. 🙂
Un abrazo.