Desde el inicio de los tiempos, consideramos que la tecnología conlleva progreso. Entendemos el progreso como la mejora de nuestro día a día, de nuestra calidad de vida.
La tecnología nos da muchas cosas que, indudablemente, hacen nuestra vida mejor. Pero tambiés es cierto que, en muchos aspectos, también la hace peor. Hablamos de eso constantemente: del bullying, de la privacidad, de las estafas, de las adicciones y de otras muchas cosas que se traducen en que no tenemos tiempo porque pasamos muchas horas con la cara pegada a las pantallas de nuestros dispositivos.
¿Y si en vez de preguntarnos dónde fue el tiempo que nos prometió la tecnología nos preguntamos quién se lo llevó? No hace falta irse a California: la respuesta puede estar mucho más cerca de lo que pensamos.
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